لَيْسَ عَلَى الْأَعْمَىٰ حَرَجٌ وَلَا عَلَى الْأَعْرَجِ حَرَجٌ وَلَا عَلَى الْمَرِيضِ حَرَجٌ ۗ وَمَنْ يُطِعِ اللَّهَ وَرَسُولَهُ يُدْخِلْهُ جَنَّاتٍ تَجْرِي مِنْ تَحْتِهَا الْأَنْهَارُ ۖ وَمَنْ يَتَوَلَّ يُعَذِّبْهُ عَذَابًا أَلِيمًا
Bornez
No tienen obligación de salir a combatir los ciegos ni los cojos ni los enfermos. Y a quienes obedezcan a Dios y a Su Mensajero, Él les hará entrar en Jardines de cuyas profundidades brotan los ríos, y a quienes den la espalda Él les castigará con un castigo doloroso.
Cortes
«No hay por qué reprochar al ciego, al cojo o al enfermo. Y a quien obedezca a Alá y a Su Enviado, Él le introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos. A quien, en cambio, vuelta la espalda, Él le infligirá un castigo doloroso»:
Garcia
No hay nada que reprochar al ciego, al lisiado y al enfermo [que no participan en las expediciones militares]. Quien obedezca a Dios y a Su Mensajero, Él lo introducirá en jardines por donde corren ríos. Pero a quien deserte, Dios le dará un castigo doloroso.