وَمَا كَانَ صَلَاتُهُمْ عِنْدَ الْبَيْتِ إِلَّا مُكَاءً وَتَصْدِيَةً ۚ فَذُوقُوا الْعَذَابَ بِمَا كُنْتُمْ تَكْفُرُونَ
Bornez
Su oración ante La Casa no es otra cosa que silbidos y palmas. ¡Saboread, pues, el castigo por ocultar la Verdad!
Cortes
Su azalá en la Casa no consiste más que en silbidos y palmas. «¡Gustad, pues, el castigo merecido por no haber creído!»
Garcia
Su oración ante la Casa Sagrada [de La Meca] no era más que silbidos y aplausos. Sufran [¡oh, idólatras!] el castigo por su rechazo obstinado a la verdad.
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